Iniciación a la Micología III
Ciclo vital de las setas 3ª Lección
Como ya habíamos comentado, las setas tal y
como nosotros las conocemos, no son más que los frutos de algunos hongos que
afloran a la superficie, o que permanecen enterrados como es el caso de las
trufas.
La mayoría de los hongos están formados por unas estructuras
microscópicas, filamentosas y ramificadas llamadas hifas.
El conjunto de estas hifas forma una red enmarañada a la que llamamos micelio,
y éste, se mantiene o se desarrolla enterrado en el suelo o en el interior de
la materia o el organismo que lo alimenta.
Luego ¿por qué fructifican los hongos? Para
reproducirse; puesto que de estos frutos llamados setas o carpóforos se
desprenderán después las esporas, que en
un medio adecuado generarán nuevas hifas, éstas a su vez micelios y
posteriormente primordios, de
éstos aparecerán nuevas setas, es su ciclo de vida…
Ciclo vital de una seta saprofita (Agaricales)
Basidiospora
Hifa
Micelio Primario (n)
Unión (Plamogamia)
Micelio Secundario (n+n)
Organización
Micelio Terciario (Basidiocarpo) o Seta
Fecundación (Cariogamia)
Meiosis
Formación de Basidiosporas
Dejando ya el análisis microscópico de los hongos nos
centraremos en otros detalles destacados, que nos proporcionarán información
para ir ubicando una seta en su Familia y Género correspondiente.
Uno de esos detalles, sería el medio de vida donde se
desarrollan. Es decir, donde viven y de que se alimentan… Para ello y en
principio, deberíamos conocer un poco ¿Qué misión cumplen los hongos en la naturaleza?
Bueno, sería interminable detallar todas las funciones de
los hongos en la naturaleza, algunas muy beneficiosas, como la fermentación de
las uvas para convertirlas en vino y otras muy negativas, un hongo es capaz de
matar a las cepas. La mayoría de los hongos son variedades imperceptibles que
se alojan en la tierra y allí cumplen una función vital: Con la ayuda de
enzimas, descomponen la materia orgánica en nutrientes para sí mismos y para
las plantas y árboles. Los hongos son fuente de antibióticos, como la
penicilina. Y también desempeñan otros muchos papeles: Desde inofensivos
agentes putrefactores y descomponedores de materia orgánica, hasta predadores insidiosos
y patógenos de los seres vivos.
Se estima que existe más de un millón de especies de hongos
en el planeta, pero tan sólo unas 70,000 de ellas han sido descritas por los
especialistas.
Los hongos como Heterótrofos con digestión externa, o
ser vivo que no es capaz de producir su propio alimento, necesitan de otros
organismos que lo produzcan. Su forma de digestión es liberando encimas que
descomponen los nutrientes para su posterior absorción por parte de sus
células. Por tanto y debido a eso, siempre encontraremos a las setas (Hongos
superiores) asociadas o dependientes de alguna planta viva o muerta, de la que
recibirá su alimento y a la que compensara al devolver a la naturaleza sales
minerales asimilables, para que las plantas puedan absorberlas y metabolizarlas
de nuevo.
Volviéndonos a centrar en el tema de los macromicetos o
setas que son las que más nos interesan como micófilos…
Como hemos comentado, los hongos al carecer de
pigmentos fotosintetizadores como
los de las plantas, son dependientes de la materia orgánica elaborada por otros
organismos, siendo tres las posibilidades que tienen de obtener su fuente de
energía como: Saprófitos, Micorrizógenos (Simbiontes) o Parásitos.
Los hongos saprófitos se encargan junto a
las bacterias de reciclar la materia orgánica elaborada por las plantas o
animales superiores, descomponiéndola en elementos más sencillos, por lo que
contribuyen fundamentalmente a la dinámica de sucesión ecológica y a la
estabilización climática de los ecosistemas, por cuanto cierran el ciclo de los
nutrientes.
¿Dónde podemos encontrar? los hongos saprófitos:
Sobre árboles muertos, madera y restos vegetales.
Sobre prados y pastizales, donde haya abundante materia
orgánica.
Sobre restos de madera carbonizados.
Sobre excrementos animales de origen vegetal.
Sobre turberas.
Los hongos micorrizógenos se caracterizan
por que para desarrollar su ciclo vital por completo necesitan establecer
relaciones simbióticas con las raíces de las plantas vasculares. Estableciendo
una simbiosis o ayuda mutua entre las raíces de las plantas superiores y el
micelio del hongo. En esta unión, a las plantas superiores les resulta
facilitada la adsorción de sales minerales asimilables, vitales para su
crecimiento; y en el otro sentido, el hongo queda favorecido en la absorción de
azúcares, necesarios para su propio crecimiento.
Los hongos micorrícicos en general, y los ectomicorrícicos en
particular realizan diversas aportaciones positivas a las plantas con las
cuales se asocian, entre las que destacamos:
1_ Absorción de agua y nutrientes: Es evidente que el
hongo con su larga red de filamentos es capaz de explorar mayor volumen de
terreno y de absorber mayor cantidad de agua y de sales minerales,
especialmente de fósforo que suele presentarse en forma de sales muy insolubles
difícilmente aprovechables por los pelos absorbentes de las raíces de las
plantas ectomicorrícicas, con lo que estas presentan un mayor grado de
tolerancia a los suelos con baja fertilidad y a las condiciones de extrema
sequedad.
2_ Producción de reguladores de crecimiento: Los
hongos ectomicorrícicos producen diversas hormonas como auxinas, fitoquininas,
y otros compuestos que afectan positivamente al desarrollo de la planta
micorrizada, (movilización de nutrientes, iniciación de la suberización,
iniciación del crecimiento de las raíces después de la parada invernal, etc.).
3_ Protección contra enfermedades: Existen diferentes
mecanismos por los que pueden llegar a actuar las micorrizas contra los
diversos agentes patógenos; en primer lugar se podría considerar que antes que
nada actúan como una barrera física, impidiendo que en el lugar ocupado por
ellas se instale cualquier otro agente perjudicial. Otro mecanismo es la
producción compuestos fungiestáticos y antibióticos que pueden eliminar al
patógeno en caso de que consiguiera instalarse. Aunque tal vez, el efecto más
importante sea el aumento de la tolerancia de la planta contra los patógenos
como consecuencia de los cambios fisiológicos causados por la simbiosis
micorrícica en la planta.
¿Dónde podemos encontrar? los hongos micorrizógenos o
micorrícicos:
Encinares: La encina es una especie indiferente
edáfica, y por lo tanto el cortejo fúngico que la acompaña variará dependiendo
de que el sustrato sobre el que vegeta sea ácido o básico. En suelos ácidos es
frecuente encontrarla asociada a Amanita phalloides, Boletus aereus,
Leccinum lepidus, Entoloma eulividum, Lepista nuda, etc. En sustrato
básico la especie fúngica más importante, por su valor económico, que hallamos
micorrizada con la encina es Tuber melanosporum, la apreciada
trufa negra, aunque podemos encontrar otras como Amanita ovoidea,
Lepista personata,etc.
Robledales: Vamos a incluir las tres especies de
robles que tienen un cortejo fúngico similar por contar con apetencias
ecológicas semejantes, (Quercus robur, Q. Petraea, y Q. pyrenaica). Es
frecuente encontrar asociadas a estas especies Boletus reticulatus, B.
aereus, Russula virescens, R. aurata, Lactarius piperatus, etc.
Hayedos: En los hayedos podemos descubrir hongos que también están asociados a otras frondosas, e incluso con resinosas, como es el caso de B. edulis, Amanita rubescens, etc., pero podemos encontrar especies de hongos que son exclusivas de los hayedos como Russula ionoclora, Lactarius blennius, etc.
Abedulares: Los abedulares establecen micorrizas con una serie de hongos, que no se asocian con ninguna otra especie, y por ello revisten una especial importancia desde el punto de vista ecológico. Entre estas especies podemos citar varios taxones de Lactarius (L.necator, L. torminosus, etc), Leccinum oxydabilis, L. scabrum, etc.
Pinares: En España tenemos varias especies de pinos que tienen apetencias ecológicas diferentes, así por ejemplo, Pinus sylvestris, P. pinea, P. pinaster; P. uncinata prefieren suelos silíceos, mientras que P. nigra y P. halepensis habitan sobre terrenos calizos. Por otra parte unos requieren precipitaciones medias o elevadas como P. sylvestris y P. uncinata y otros como el P. halepensis se conforma con menos de la mitad de los anteriores. Lo mismo ocurre en cuanto a sus preferencias altitudinales. Todo esto hace que no podamos generalizar en cuanto a la asociación de unas determinadas especies de hongos con la generalidad de las especies de pinos que crecen de forma espontánea en la península ibérica. No obstante, vamos a señalar algunas particularidades. Mientras es normal encontrar Lactarius deliciosus asociado a P. Sylvestris y P. pinaster, hay menos probabilidades de encontrar L. sanguifluus, sin embargo las posibilidades de hallar esta última especie ligada a P. nigra y P. halepensisson mayores. Lo mismo ocurre con numerosas especies de los géneros Suillus, Boletus, Xerocomus, Russula, etc.
Choperas y saucedas: Estas especies se caracterizan por tener unos requerimientos de humedad edáfica superiores a las que hemos tratado hasta ahora, lo que ocasiona que sus masas se encuentren alineadas a las corrientes de agua, y por ello, se denominen "bosque de ribera" o "bosques galería". Entre los taxones que sólo fructifican en este hábitat, podemos considerar como más representativos a Lactarius controversus y Leccinum rufus.
Hayedos: En los hayedos podemos descubrir hongos que también están asociados a otras frondosas, e incluso con resinosas, como es el caso de B. edulis, Amanita rubescens, etc., pero podemos encontrar especies de hongos que son exclusivas de los hayedos como Russula ionoclora, Lactarius blennius, etc.
Abedulares: Los abedulares establecen micorrizas con una serie de hongos, que no se asocian con ninguna otra especie, y por ello revisten una especial importancia desde el punto de vista ecológico. Entre estas especies podemos citar varios taxones de Lactarius (L.necator, L. torminosus, etc), Leccinum oxydabilis, L. scabrum, etc.
Pinares: En España tenemos varias especies de pinos que tienen apetencias ecológicas diferentes, así por ejemplo, Pinus sylvestris, P. pinea, P. pinaster; P. uncinata prefieren suelos silíceos, mientras que P. nigra y P. halepensis habitan sobre terrenos calizos. Por otra parte unos requieren precipitaciones medias o elevadas como P. sylvestris y P. uncinata y otros como el P. halepensis se conforma con menos de la mitad de los anteriores. Lo mismo ocurre en cuanto a sus preferencias altitudinales. Todo esto hace que no podamos generalizar en cuanto a la asociación de unas determinadas especies de hongos con la generalidad de las especies de pinos que crecen de forma espontánea en la península ibérica. No obstante, vamos a señalar algunas particularidades. Mientras es normal encontrar Lactarius deliciosus asociado a P. Sylvestris y P. pinaster, hay menos probabilidades de encontrar L. sanguifluus, sin embargo las posibilidades de hallar esta última especie ligada a P. nigra y P. halepensisson mayores. Lo mismo ocurre con numerosas especies de los géneros Suillus, Boletus, Xerocomus, Russula, etc.
Choperas y saucedas: Estas especies se caracterizan por tener unos requerimientos de humedad edáfica superiores a las que hemos tratado hasta ahora, lo que ocasiona que sus masas se encuentren alineadas a las corrientes de agua, y por ello, se denominen "bosque de ribera" o "bosques galería". Entre los taxones que sólo fructifican en este hábitat, podemos considerar como más representativos a Lactarius controversus y Leccinum rufus.
Guía Micológica Ecología y hábitat de los hongos (por José
Cuesta Cuesta)
Los hongos parásitos (Armillaria mellea)
Los hongos parásitos, son los que se desarrollan
y llevan a cabo su existencia sobre tejidos vivos, sea cual sea su origen.
Dentro de estos, los que son capaces de crecer y desarrollarse sobre materia
orgánica muerta, ya sea de forma natural, o en cultivos artificiales reciben el
nombre de parásitos facultativos, lo que implica que este tipo de hongos desde
el punto de vista nutritivo es saprófito, aunque ecológicamente se comporten
como parásitos.
En cambio los hongos que no son capaces de desarrollarse en
medios artificiales reciben el nombre de parásitos obligados. Entre estos dos
extremos existen numerosos casos intermedios: así por ejemplo, entre los
parásitos facultativos, los hay desde aquellos que son capaces de reproducirse,
desarrollándose sobre substratos inertes, hasta aquellos que no son capaces de
reproducirse o se reproducen con mucha dificultad sobre los mismos aunque si
sean capaces de subsistir desde el punto de vista nutritivo. De la misma
manera, entre los parásitos obligados, los hay que son capaces de desarrollarse
anormalmente sobre cultivos artificiales, otros sólo consiguen germinar, y por
último algunos ni siquiera germinan.
Desde el punto de vista de su relación nutritiva con el
hospedante, los hongos parásitos pueden ser parásitos biotróficos los que
obtienen su sustento directamente de las células vivas y parásitos
necrotróficos los que primero destruyen la célula parasitada y luego absorben
sus nutrientes.
Los hongos parásitos, a menudo causan daño sobre el
hospedante en el que se desarrollan, recibiendo entonces el nombre de
patógenos, en algunos casos por su virulencia llegan a terminar con la vida del
hospedante y con la suya propia si se trata de un parásito obligado.
Entre los hongos, en general, existen numerosos casos de
parasitismo: se puede decir que todas las plantas pueden ser víctimas de hongos
microscópicos, (grafiosis, tinta del castaño, diferentes tipos de chancros,
etc.), en el ámbito forestal, y lo mismo se puede decir para los animales
(mamíferos, reptiles, peces, insectos, etc.) que pueden ser atacados por
numerosas especies de hongos que se desarrollan sobre ellos como parásitos
obligados. Sin embargo, entre los macromicetos, que es el caso que nos ocupa,
es poco frecuente el fenómeno del parasitismo, y cuando se produce lo hace casi
exclusivamente en el mundo vegetal. A modo de excepción, se pueden mencionar
algunas especies del género Cordyceps, que parasitan a diversas especies de
larvas de lepidópteros entre las que podemos citar a la procesionaria del pino.
La mayoría de los macromicetos patógenos, que atacan o
pueden atacar y destruir los tejidos vivos de las plantas, pertenecen al orden
de los Aphyllophorales, y más concretamente, a las familias Ganodermataceae,
Steraceae, y Polyporaceae. Como hemos dicho con anterioridad es difícil separar
biológica y ecológicamente a muchas de estas especies, ya que en ciertas
condiciones críticas, o cuando han causado la muerte de su hospedante, siguen
viviendo comportándose como saprófitos.
Algunos atacan a las raíces y al tronco de los árboles a
partir de una base saprofítica en el suelo, lo que quiere decir que la
infección se produce a través del micelio, después, causan progresivamente la
muerte del hospedante, y a continuación siguen viviendo como saprófitos.
Otros penetran en el interior del tronco o en las ramas por
las heridas, a través de las esporas. Entre los Aphyllophorales podríamos
destacar como parásitos a Laetiporus sulphureus, Polyporus umbellatus,
Chondrostereum purpureum, Phellinus pini, Fomitopsis pinicola, Ganoderma
applanatum, Ganoderma adspersum, Ganoderma pfeifferi, Phaeolus schweinitzii,
Piptoporus betulinus, Meripilus giganteus, Stereum sanguinolentum, Stereum
hirsutum, Fistulina hepatica, etc., (aunque hay que tener en cuenta que muchas
de estas especies, como veremos posteriormente al hablar de los hongos
saprofitos, pueden comportarse, nutritiva y ecológicamente de forma saprófita;
incluso en algunas de ellas, es la forma normal de nutrirse y desarrollarse).
Existen pocos parásitos pertenecientes al orden Agaricales,
(carpóforos con láminas, y de consistencia fibrosa), entre los que cabe
destacar al grupo de Armillaria mellea. Recientemente, al realizar pruebas de
interfertilidad, se ha descubierto que donde antes sólo se consideraba una
especie, la citada Armillaria mellea, hay en realidad cinco taxones diferentes,
(sólo en Europa), con comportamientos biológicos distintos. De estas cinco
especies, sólo dos de ellas, Armillaria mellea y Armillaria obscura producen
daños importantes como parásitas, mientras que Armillaria bulbosa puede
comportarse a veces como parásito débil en los bosques de frondosas. Al igual
que varias especies del orden Aphyllophorales, la Armillaria mellea es un
parásito facultativo, que es capaz de subsistir de modo saprófito cuando acaba
con su hospedante, desarrollando entonces sus carpóforos, (cuerpos fructíferos,
setas), de forma prolífica, para generar nuevos individuos de forma sexual, y
asegurar así su supervivencia como especie.
Otro agarical que puede llegar a parasitar débilmente las
raíces de los robles es Collybia fusipes, aunque normalmente se comporta de
forma saprófita.
Como curiosidad vamos a resaltar la existencia de hongos que
solo son capaces de completar su desarrollo parasitando a los cuerpos
fructíferos de otros hongos. En concreto Xerocomus parasiticus solo fructifica
sobre carpóforos del género Scleroderma, y las distintas especies del género
Asterophora, solo desarrollan su ciclo vital sobre diversos taxones del género Russula.
Los hongos parásitos, en condiciones de estabilidad
biológica y ecológica, contribuyen a la mejora genética de la población sobre
la que vegetan, seleccionando y eliminando a los individuos más débiles. Solo
cuando falta el equilibrio necesario, los hongos pueden llegar a convertirse en
peligrosos para el ecosistema, como pudimos comprobar con la seca de las
quercineas de la mitad meridional de la península a causa de la sequía
prolongada que sufrieron a principios de esta década, y al posterior ataque de
varias especies de hongos microscópicos.
Guía Micológica Ecología y hábitat de los hongos (por José
Cuesta Cuesta)
En vistas a esta información, nos daremos cuenta de
que algunos hongos saprófitos, podrían ser cultivados, siempre que les
proporcionásemos un substrato y un medio adecuado.
La mayoría de los hongos comestibles saprófitos,
descomponen-madera, los hongos saprófitos son los recicladores de primera clase
en el planeta. La red de micelios filamentosos está diseñada para tejer entre y
a través de las paredes celulares de las plantas. Las enzimas y los ácidos que
segregan degradan grandes complejos moleculares en compuestos más simples.
Todos los ecosistemas dependen de la capacidad de los hongos de descomponer la
materia orgánica vegetal, poco después se vuelven disponibles. El resultado
final de su actividad es el regreso del carbono, hidrógeno, nitrógeno, y
minerales de nuevo al ecosistema en una forma utilizable para las plantas,
insectos y otros organismos.
Como descomponedores, pueden ser separados en tres
grupos claves. Algunas especies de hongos cruzan de una categoría a otra,
dependiendo de las condiciones reinantes.
Descomponedores Primarios: Todas las especies de
Pleurotus y los shiitakes (Lentinula edodes). En el caso de los Pleurotus, se
cultiva de manera comercial en paja de trigo, avena, centeno, maíz, cebada. Los
shiitakes se cultivan principalmente en aserrín de madera de encino.
Descomponedores Secundarios: Los champiñones
(Agaricus bisporus). El sustrato debe estar en descomposición, por lo tanto
lleva un proceso de fermentado de los ingredientes, para esta composta el
ingrediente básico es la paja de cereales.
Descomponedores Terciarios: Incluye especies de
Conocybe, Agrocybe y Pluteus.
Vías de cultivo de las setas según su forma de vida
Un poco más complejo es el cultivo de las
setas micorrizógenas… Actualmente se está trabajando con relativo
éxito, en el “Cultivo” de especies como sería el caso de las trufas, donde
llevan años de investigación, o en el caso de la micorrización de algunas
clases de Lactarius sobre planteles de pinos, que está dando unos resultados
bastante aceptables.
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